Iritzi artikulua, erderaz
En la foto se aprecia parte del bidegorri de la Avda. del Ferrocarril que vuelve a resurgir unos metros más allá tras el cruce con Autonomía. La intrépida ciclista, con el semáforo abierto para ciclistas y peatones, se ve obligada a sortear toda clase de obstáculos como son ¡¡el propio semáforo!!, los bolardos, las adherencias de los firmes de diferentes tipos –no veas la emoción que sientes cuando llueve– y las defensas del tranvía, para poder seguir el trazado del bidegorri. No, no es un fotomontaje. Aconsejamos desde aquí para los amantes de las emociones fuertes sobre ruedas tipo Paris-Dakar que busquen ir más allá de sus límites, que antes de saltar sobre este bidegorri, que es lo mas, acrediten ante la autoridad competente, haber realizado cursos freeride, bmx –mejor uno que vaya por trialeras– o de descenso desde el monte Arraiz o Bentabarri cuando menos, para proveerse de la autoestima necesaria para acometer retos de este calibre, o para no ser acusados de chafar el mobiliario urbano en caso de no poder franquear tanta defensa. Un casco integral tipo moto –olvídate de la porquería del casco ciclista habitual–, además de rodilleras y coderas, no viene mal.
Y gracias a que en ese momento no pasaba ningún coche, porque la raya de parada para los coches (no es un caso aislado) permite que estos avancen hasta mas allá de la mitad del carril-bici, aunque la verdad es que en realidad esto no supone ningún problema en Bilbao porque, como sucede habitualmente en la capital, cuando un bidegorri está por llegar a un cruce, éste simplemente desaparece convirtiendo a sus usuarios en elementos extraños de golpe, ajenos a contexto alguno que justifique su presencia, con lo que ello conlleva. Así que, si hasta ahora pasabas desapercibido y no conseguías llamar la atención, no te preocupes, pero no vayas a malgastar la pasta en hacerte más piercings o más tatuajes, que te aseguro que en los cruces sí te van a mirar y remirar al surgir de la absoluta nada con tu máquina.
Otra característica de los bidegorris bilbaínos es que no resulta fácil ver por dónde discurren cuando circulas por algunos de ellos. Son unos bidegorris muy creativos, la verdad, con la ventaja añadida de que desarrollas mucho la visión periférica y la intuición. Aquellos que se inclinan por las introspecciones terapéuticas alternativas, tienen aquí un filón. Te aseguro que te vas a hacer un montón de preguntas: ¿Habré llegado al final? ¿Debería cruzar al otro lado? ¿Será verdad que por esta vez puedo dejarme llevar?, ¿opto por cruzar la calle a la vasca ante esta sensación de abandono total?, ¿salto a la carretera que va a toda leche aprovechando el semáforo? …
De vuelta a nuestro peculiar bidegorri, si cruzamos el semáforo en sentido contrario al de la foto, nos encontramos con que éste pasa a situarse al otro lado de la calzada tras dos semáforos seguidos que te demoran una eternidad. ¡Qué creatividad! ¡No me digas que no es mucho más creativo que diseñar un final que no te esperas, una interrupción inesperada o una curva de 90º sin curva. ¡Un bidegorri que se sabotea a sí mismo nada menos! ¡Es la caña! ¡Sííí! ¡Hagámoslo! ¡Y si además se pierde antes de llegar al barrio de Errekalde –¡por favor!– a la estación de Amézola o a la Escuela de Ingenieros o a Termibus en el otro extremo, mejor todavía!
Con lo aburridas que son las carreteras, tan predecibles y tan bien señalizadas ellas. ¿¿A alguien se le ocurriría diseñar una carretera que no lleva a ninguna parte, con firmes no adherentes y que no sirva para nada porque lo que unen sus extremos es precisamente la nada??
Supongo que no, que seguramente lo despedirían. Imagínate a los coches invadiendo aceras, pasos de peatones y demás, gracias a ese modelo. Ahora, que mientras estos fantásticos diseños sean para las bicicletas, no hay ningún problema.
Habrá que deducir por tanto, que de lo que se trata precisamente es de crearles problemas a los freakies, entusiastas o inconscientes usuarios que todavía se atreven a circular por estas curiosas instalaciones, antes que poner en valor circular en bici por Bilbao. Que esto de ser los últimos en movilidad ciclista en Euskadi y en el estado lleva su curro, ¿o todavía hay alguien que piense que es tan fácil atesorar tan triste honor?
Lo peor es que no se aprecia preocupación alguna por salir del agujero. ¿Y lo mejor? Que el potencial de crecimiento en el uso intermodal de sus vías es total, supongo.
¿Bicicletas? ¿En Bilbao? ¡Venga ya! A pata, en bilbobus o en metro. Y ya vale de hablar de pedacitos de bidegorris o de discutirle el espacio al coche en la ciudad. ¡Qué bonitas las nuevas estaciones de la nueva linea de metro con sus fosteritos!
Acuérdate, se llama política coherente de implantación de la bicicleta como medio de transporte en nuestro territorio.
http://www.bidegorri61revisited.com/blog/bilbao-por-sus-bicis-3-como.html
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