En Junio hará un año que, tras permanecer un mes en coma, fallecía Javi, la primera víctima de la familia ciclista en las calles de Bilbao. Una bicicleta blanca nos recuerda nuestra fragilidad cuando salimos a este ruedo diseñado para que el vehículo nos demuestre que sigue siendo el rey.

Cada día entran y salen de nuestra ciudad la friolera de 330.000 vehículos privados, a los que hay que sumar otros 100.000 desplazamientos internos, según datos del Ayuntamiento de Bilbao, una ciudad de 345.000 habitantes según el padrón de 2015.

Reclamamos que se saquen coches de estas calles con malos humos que respiramos aunque no generamos, reclamamos calmado del tráfico !ya! como aprobó el ayuntamiento en aquel ilusionante pleno allá por el año 2013 -que tiempos aquellos en los que creíamos que que aprobaran en pleno y por unanimidad una propuesta significaba algo- , reclamamos un modelo sostenible de movilidad con protagonismo de peatones y ciclistas frente al todopoderoso y fagocitador automóvil, reclamamos seguridad para las personas usuarias de la bicicleta, exigimos repensar la ciudad teniendo en cuenta a la olvidada bicicleta pero… siguen sin escucharnos.

El concejal de Circulación dijo en su investidura que Copenhage era su horizonte. Han pasado tres años y el horizonte es cada día más lejano porque para que los sueños se conviertan en realidad hay que creer en ellos, luchar por ellos, perseguirlos. A día de hoy sigue con el mismo discurso pero… ¿cuántos años tendremos que esperar y cuántas víctimas serán necesarias para que se haga realidad? Esa es la pregunta. De momento, Maite permanece en estado de semiinconsciencia tres meses después de haber sido arrollada por una furgoneta en un bidegorri de Bilbao.

Fotos de la marcha (Ecuador Etxea)